domingo, 5 de abril de 2009

Entre tobalaba y suecia

Me miró con cara de no entender. Le dije que no me siguiera más y que porfavor continuara su camino. Para mi sorpresa, no se fue. Fue un momento de tensión sin duda, y es que pareciera que nunca entendemos cuando es mejor partir, partir porque simplemente no se puede más, pero claro él no entendía, y aún peor, yo creo que tenía muchas esperanzas de quedarse conmigo, o al menos esa noche.

Me rompía el corazón. Estabamos ahí, afuera de mi departamento, me había seguido por un largo rato mientras caminaba desde Tobalaba a Los Leones. Y esque no quiero que crean que no lo disfruté, en efecto me reí muchísimo, y me conmovía lo atento que era conmigo, de verdad yo parecía gustarle, y por supuesto a mí él me encantó.

Bueno, seguiamos ahí, en silencio ambos. Le acaricié el cabello esperando una despedida, y nada. Ahí fue cuando casi caigo. Son esos momentos en que uno se olvida de toda convicción, que todo impulso se vuelve más fuerte y pareciera que ninguna consecuencia importase. Ah, si no fuera por el "casi". Como decía, estaba apunto de invitarle a un vaso de agua, y lo ví como despegó su mirada de mí, desviándola sin verguenza en unas niñas que pasaban por Suecia. Me miró como haciéndose el loco y se fue.

Yo nunca lo culpé; después de todo yo fui la que quería dejarlo primero, pero no, me quede ahí en la puerta dándole falsas esperanzas de dejarlo entrar en mi vida. Hasta el día de hoy, tengo la esperanza de volver a verlo por mis barrios. Pero sin duda creo que está mejor, o eso me gusta pensar. Era un perrito muy amable, y seguro encontró a otra persona a quien seguir y moverle la cola.

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